Tipos de calefacción doméstica

Los distintos tipos de calefacción podemos clasificarlos, por un lado, por su forma de difundir el calor por la estancia. De esta manera, tenemos bombas de calor, resistencias térmicas, emisores térmicos, suelo radiante, calderas y convectores. Por otro lado, dependiendo del tipo de combustible que utilizan y, en este sentido, hallamos, fundamentalmente, las calefacciones de gas y eléctricas.

Es evidente que cada tipo de calefacción es óptimo para los distintos tipos de necesidades. Por poner un ejemplo, las necesidades de calefacción de una casa no son las mismas que las de una oficina o un edificio industrial. Por lo tanto, antes de optar por un sistema u otro, debemos de tener en cuenta los factores económicos, basados, fundamentalmente, en los costes de instalación, mantenimiento y reparación, las horas de funcionamiento, el consumo, el control, la fiabilidad de la instalación, etc.

Si tiene cualquier duda o necesita que un experto te ayude a escoger calefacción, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. ¡Te iras a casa con la mejor calefacción para tu hogar!

Tipos de calefacción

Calefacción de gasóleo

Las calefacciones de gas, para viviendas, pueden ser de gasóleo o gas natural. Las calefacciones de gasóleo tienen el gran inconveniente de la dificultad de la instalación; ya que es necesario almacenar el combustible en un depósito de la vivienda. Esto conlleva más suciedad, más olores y una necesidad de mantenimiento mayor de la caldera, por el riesgo de tener almacenado un material inflamable.

Asimismo, el gas natural llega directamente a la vivienda; por lo que no es necesario almacenarlo, pero el gran inconveniente es que, en lugares alejados del casco urbano, el suministro es escaso. Por todo ello, podemos concluir que el gasóleo es un tipo de combustible ideal para viviendas con parcela y alejadas del núcleo urbano de las ciudades; y el gas natural es óptimo para el entorno del centro de los núcleos urbanos, ya que hay un buen suministro.

Calefacción eléctrica

Las calefacciones eléctricas pueden ser de varios tipos: radiadores con resistencia eléctrica, radiadores de aceite, radiadores de convección o calefactores infrarrojos, entre otros.

Los radiadores con resistencia eléctrica transforman la electricidad en calor a través de una resistencia eléctrica. Tienen la ventaja de que se pueden utilizar de forma localizada en un punto, pero el calor que emiten, muchas veces, es directo y un poco molesto.

Radiadores de aceite

La misma ventaja y el mismo inconveniente tienen los radiadores de aceite. En este caso, una resistencia eléctrica calienta el aceite y, por lo tanto, el aceite caliente conserva la inercia térmica. Como ventaja, destacamos que, al aprovecharse el calor del aceite, son más eficientes; pero, por el contrario, la regulación térmica no es inmediata.

Radiadores de convección

Los radiadores de convección calientan una masa de aire que pasa a través de una resistencia eléctrica. La ventaja fundamental consiste en que calientan un punto determinado al instante, pero resecan mucho el ambiente; por lo que es necesario el uso de humidificadores. Suelen ser unos buenos complementos en baños por la humedad presente en el ambiente. Los calefactores infrarrojos calientan mediante rayos infrarrojos, que son los mismos que nos calientan provenientes del sol. La principal ventaja es que no se trata de un calor directo y molesto, sino de uno que se distribuye de manera uniforme por la habitación.

Clasificación por emisiones de calor

En cuanto a la clasificación por la forma de emitir el calor, aparte de las ya descritas previamente, tenemos la bomba de frío y calor; que tiene la ventaja de integrar la calefacción y el aire acondicionado en un mismo aparato. Tiene el mismo inconveniente que los sistemas de calefacción por convección; ya que reseca mucho el aire.

Los suelos radiantes

El suelo radiante es uno de los sistemas de emisión de calor más eficientes, puesto que distribuye el calor de forma homogénea por todas las estancias; pero su principal desventaja es el coste de la instalación y reparación.

¿Ya sabes de entre todos los tipos de calefacción, cuál se adapta mejor a tus necesidades?

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